Palacio de Orive

Muchas de las leyendas que nos encontramos están basadas en batallas y conflictos de la Edad Media e incluso anteriores, en la época de la Reconquista de la península Ibérica. Aunque también existen otras leyendas que tienen un origen más cercano y que no tienen nada que ver con esa época. Una de ellas, es la leyenda del Palacio de Orive de Córdoba, del siglo XVII.

La leyenda del Palacio de Orive o Casa de los Villalones tiene como escenario el edificio que lleva el mismo nombre, situado en la plaza de Orive, de ahí su nombre, en la ciudad de Córdoba (Andalucía).

El Palacio de Orive ha sido el escenario de una de las leyendas más misteriosas de Córdoba y por lo tanto, también una de las más populares, ya que parte de la leyenda ha pasado de generación en generación de boca en boca.

Leyenda del Palacio de Orive

El Palacio de Orive destaca por ser una joya arquitectónica, un claro ejemplo del esplendor majestuoso que caracterizaba a la arquitectura del renacimiento en nuestro país. La Casa de los Villalones o Palacio de Orive fue obra de Hernán Ruiz II ¨El joven¨ y data del año 1560. Podemos decir que destaca por contar con un estilo renacentista más bien sobrio, más típico de Italia que al plateresco que predomina en los edificios de Andalucía de aquella época.

Se dice que, en el Palacio de Orive había una hermosa huerta, la envidia de las edificaciones de los alrededores y en sus entrañas guarda una de las leyendas más impactantes de la ciudad.

A continuación, te dejamos con la leyenda del Palacio de Orive, también conocida como la leyenda de la Casa de los Villalones:

Cuenta la leyenda que, en el siglo XVII, en la Casa-Palacio de Orive vivía don Carlos Ucel y Guimbarda, Corregidor de la ciudad de Córdoba. Quiso el destino que este buen hombre quedara viuda a temprana edad, por quien sentía un amor desmedido y como es de entender ese dolor era prácticamente insoportable. Lo único que parecía mantenerlo cuerdo era precisamente su dulce y cándida hija, un claro ejemplo de buena educación y modelo de hija. La niña nunca salía sola de casa. Si no podía salir acompañada de su ama, durante los primeros años de vida, lo hacía acompañada de su padre.

Un día, en la celebración de la velada de la Fuensanta, el 8 de septiembre, don Carlos y su hija Blanca, que había cumplido los diecisiete años, salieron a pasear con la intención de beber el agua de la fuente y rezar por el alma de la esposa y madre ante la imagen de la virgen. Ese día, al llegar a la esquina del Convento de San Rafael, una gitana del todo harapienta, de mirada penetrante y maligna y con más pinta de vieja chiflada, abordó a la joven con intención de leer su mano a cambio de alguna limosna. Blanca no tardó un segundo en mostrar su repulsa a tales actos y pidió a la vidente que la dejase tranquila. La gitana la increpó y el padre, don Carlos para defender a su hija, apartó a la gitana hacia un lado de no muy buenas maneras. La gitana se molestó y empezó a proferir una serie de insultos y maldiciones, entre las que se pudo escuchar: «Ellos pagarán su orgullo con raudales de llanto, que la desgracia les hará verter».

Dos o tres años después del incidente con la gitana, al que ni don Carlos ni Blanca habían dado mayor importancia, una fría noche oyeron como llamaban a la puerta de su casa. Al asomarse vieron a unos hebreos que venían a quejarse de que no haber encontrado posada en toda Córdoba y solicitaron al Corregidor que expidiera una orden para que les dejasen alojarse en alguna posada o si él mismo les dejase pasar la noche aunque fuera en el portal de la casa. Don Carlos se apiadó de ellos y les permitió dormir en su propia casa por esa noche.

La hija del Corregidor de lo único que pecaba era de ser muy curiosa y junto a su ama, comenzaron a husmear a través de la cerradura del portalón para ver qué hacían esas extrañas gentes. Blanca y la creada se sorprendieron cuando, uno de los hebreos sacó de sus pertenencias una extraña vela amarilla y la prendió en el suelo. Otro de los invitados sacó un libro y a la luz de la vela comenzaron a leer en susurros, mientras que pasaban a gran velocidad las cuentas de un rosario. De pronto, se oyó un extraño ruido y milagrosamente el suelo del portal se abrió apareciendo de él una escalera de mármol negro que se adentraba en las entrañas de la casa.

Uno de los hebreos bajó por las escaleras y al poco tiempo apareció acompañado de un hermoso joven de unos quince años que llevaba un cofre que parecía estar lleno de alhajas y joyas de gran valor. El muchacho les suplicaba llorando que lo dejasen salir de allí ya que tenían a su entera disposición todas sus riquezas, pero éstos le dijeron que todavía no había llegado el momento, tras recordarle que bajo ningún concepto debía revelarle a nadie su secreto y lo obligaron a bajar de nuevo. Apagaron la vela y la abertura del suelo desapareció. Blanca y el ama se alejaron entonces de allí asombradas.

A la mañana siguiente los extraños personajes se despidieron del Corregidor agradeciéndole su amabilidad y, antes de marcharse, le regalaron unos pequeños frascos de esencia de rosa. Mientras tanto Blanca y el ama movidas por la curiosidad trataron de averiguar el misterio de aquél joven encerrado bajo su casa y acompañado al parecer de muchas riquezas. Comenzaron a inspeccionar el suelo del portal en busca de alguna señal de la hendidura o las escaleras sin éxito. Sin embargo, el ama encontró diseminadas por el suelo gotas de cera de la vela que habían usado los hebreos. Las recogió y las unió formando una pequeña mecha. Se la mostró a Blanca y le dijo que cuando llegara la noche la encenderían y bajarían a rescatar al muchacho y, de paso, las joyas que tuviese. La joven Blanca pensó que lo más sensato era contarle a su padre lo que había ocurrido y que él decidiera qué hacer. Pero el ama convenció a la joven de que las tomaría por locas y embusteras, y que era mejor hacer lo que le había sugerido y después, contarle toda la historia a don Carlos.

Al anochecer, cuando don Carlos y el resto de habitantes de la Casa-Palacio de Orive se fueron a acostar, Blanca y su ama se dirigieron al portal y encendieron la vela. Al instante el suelo volvió a abrirse dejando ver de nuevo la escalera de mármol. Ambas bajaron y, mientras Blanca recorría las galerías buscando al muchacho, sin éxisto, su ama comenzó a subir un cofre lleno de joyas. En ese momento, descubrió que la pequeña mecha se estaba acabando y comenzó a llamar a Blanca para que regresara, pero la luz se apagó quedándose la joven encerrada bajo el suelo. El ama asustada comenzó a gritar pidiendo ayuda y acudieron el Corregidor y los criados, que a duras penas lograban entender lo que decía por el estado en que se encontraba.

Cuando el ama de Blanca logró calmarse y les contó lo que acababa de pasar, don Carlos gritó fuera de sí llamando a su hija, y escuchó como Blanca le contestaba a lo lejos con la voz quebrada por el llanto. Entonces decidió romper el cofre que el ama había subido para ver si encontraba alguna vela para que el suelo volviera a abrirse, pero al hacerlo salió de su interior la sombra de la gitana a la que había despreciado años atrás y le dijo: «Gritáis en vano señor; un día quise advertir a la chiquilla de su destino y no quisisteis escucharme. Dios lo ha querido Guimbarda, ahora vuestra hija está con él». Y mientras pronunciaba estas palabras la sombra se evaporó.

Desde ese día el Corregidor, totalmente desesperado, hizo numerosas excavaciones resultando todas en vano. Ni un solo rastro de escalera alguna que le llevara a recuperar a su hija. Varios años después, el Comendador murió presa de la pena y la soledad que sentía al haber perdido a las personas que más amaba. Cuentan que, al morir, lo hizo con una sonrisa, pues al fin se iba a reunir con su amada y su hija.

Desde entonces, se cuenta que, son muchos los testigos que aseguran haber escuchado los llantos del padre y la visión de una sombra misteriosa que cada noche recorre la casa de la leyenda del Palacio de Orive. Dicha sombra se le atribuye al alma de la hermosa hija del Comendador, Blanca.

Palacio de Orive

A día de hoy, el Palacio de Orive, también llamado Casa de los Villalones, forma uno de los conjuntos más singulares del Casco Histórico de la ciudad de Córdoba, conocido como ¨La Manzana de Orive¨.

Se trata de un singular edificio construido en 1560, de estilo renacentista, considerado como una de las obras más notables de su arquitecto Hernán Ruiz II.

Durante los primeros siglos tras su construcción perteneció a la familia Villalón, hasta que este apellido se unió al de Orive en la persona de Alonso de Villalón y Orive,​ caballero de Alcántara y propietario del edificio en 1718. De ahí que podamos encontrarlo mencionado en ambas formas indistintamente.

Leyenda del Palacio de Orive

En la actualidad, el Palacio de Orive es sede actual de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba. En el mismo edificio se han habilitado salas para exposiciones temporales de autores contemporáneos. Tras su restauración, en el año 2002, fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.

El interior del Palacio de Orive es muy desigual. El el piso alto es muy atractivo. Además el mismo palacio cuenta con un precioso jardín con mucha arboleda y agua potable. En cambio, las habitaciones bajas son casi inhabitables por su falta de luz, presencia de humedad y dimensiones desproporcionadas.

Horario de visitas del Palacio de Orive – Casa de Villalones

Si motivado por la leyenda del Palacio de Orive quieres visitar este hermoso palacio, deberás hacerlo en el horario indicado.

El horario de visitas del Palacio de Orive es:

  • De lunes a viernes: de 8:00 a 14:30.
  • Sábados, domingos y festivos: cerrado.

Si estás pensando en la posibilidad de visitar el Palacio de Orive de Córdoba, puedes completar tu visita a la ciudad realizando algunas de las siguientes actividades recomendadas que te llevarán a conocer otros misterios y leyendas de Córdoba:

Dónde está el Palacio de Orive

📍 Dónde está el Palacio de Orive

Es probable que te preguntes dónde está el Palacio de Orive. Dicho palacio o Casa de los Villalones al que hace referencia la leyenda del Palacio de Orive se encuentra en el barrio de San Andrés-San Pablo de Córdoba (España).

A continuación, te dejamos un mapa de Google donde puedes ver la ubicación del palacio de Orive y te invitamos a aprovechar su visita para conocer el resto de la ciudad de Córdoba.

Para completar tu visita al Palacio de Orive, te invitamos a descubrir la ciudad de Córdoba, realizando algunas de las siguientes actividades recomendadas por Córdoba y sus alrededores:

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