En esta ocasión, nos trasladamos al País Vasco, más concretamente a Guipúzcoa, para descubrir sus fantásticas leyendas. En una tierra tan hermosa no podía faltar la mano de una deidad, como Mari.
Mari es la mayor deidad de la mitología ectónica vasca (perteneciente a la Tierra). Ha recibido muchos nombres a lo largo de la historia. Se la menciona de distintas maneras, como por ejemplo: Mari, Maya, Mariuena, Loana-Gorri, Lezejo-Andre o Aralarko Damea, pero es Mari la que predomina.
Debido a su presencia a lo largo de los siglos, son muchas las leyendas que tiene como protagonista a Mari, aunque en esta ocasión queremos contarte la leyenda de Mari y la Joven de Amezketa.
Leyenda de Mari y la Joven de Amezketa
Antes de empezar con la leyenda de Mari y la Joven de Amezketa, queremos hacer una pausa para explicar quién era Mari, principalmente si no eres de la región y nunca antes has oído hablar de esta deidad.
El origen de Mari es desconocido, pero se la puede relacionar con antiguos dioses vascos como Mairi, Maide o Maindi. En la religión animista de los vascos “Mari” (Madre Tierra) es la diosa por excelencia. Se trata de un personaje anterior a la llegada del cristianismo, que aún sigue teniendo mucha influencia en el País Vasco.
La diosa Mari representa la madre tierra: fertilidad, alimentos, cuidado, cosechas, los cambios climáticos, así como valores de justicia, severidad, generosidad, bondad, belleza, respeto, valores y actitudes que corresponden a la figura femenina. La mayoría de las veces Mari se muestra en forma de una mujer hermosa.
Mari vive en cuevas situadas en las cumbres de las montañas, pero por lo que se sabe cambia de residencia cada cierto tiempo, aunque su residencia principal está en el lado este de un monte Amboto de Vizcaya. Su tradición es tan importante que aún se conserva una abertura al lado del altar de la capilla central del Santuario de San Miguel de Aralar. Se cree que esta abertura conduce hasta el fondo de la caverna de Mari.
Aunque era un ser bondadoso, noble y de carácter protector, con la llegada del cristianismo Mari se volvió más caprichosa y vengativa. Es posible hablar con Mari, pero quienes lo hacen deben seguir un estricto protocolo por el cual, una vez en la cueva donde se aloja de debe tutear a la deidad, no está permitido sentarse y a la hora de salir de la cueva deberá hacerse igual que como se entró (si entras de frente tienes que salir de espaldas).
Se cree que las personas buenas que se acercan a ella obtienen lo solicitado, pero las personas que no son honestas o utilizan la mala fe en su vida son castigadas de inmediato.
A continuación, te dejamos con la leyenda de Mari y la Joven de Amezketa:
Según cuenta la leyenda de Amezketa, Mari tenía costumbre de ausentarse siete años de su cueva del Txindoki. Un día se vio como cruzaba el cielo un caballo y a continuación comenzaba un tremendo aguacero. En ese instante, los lugareños se dieron cuenta que, Mari ha había regresado. Su cueva Marizulo (sima de Mari), en una ladera del monte Txindoki, estaba cubierta de oro. Tras estar lloviendo durante semanas, paró de llover y se fueron las nubes, pero quedó una nubecita cubriendo la cumbre del Txindoki. Es por ello, que supieron que Mari había encendido el horno.
Una buena mañana, una joven de Amezketa llamada Kattalin fue al monte con el rebaño de ovejas. Llegado el final del día, cuando se dispuso a recoger al rebaño se dio cuenta de que faltaba una oveja, temiendo por lo que le podía hacer el dueño fue de inmediato a buscarla.
La joven sabía que, cuando Mari estaba en el Txindoki no debía acercase por su morada, pero debía encontrar la oveja y decidió subir por la ladera del monte. La joven encontró a la oveja en la entrada de una cueva, y junto a ella una elegante y bella mujer: Mari. La diosa le preguntó a la muchacha quién era y de qué familia procedía. Kattalin le contó que no tenía familia y que las ovejas eran de un señor del pueblo, en ese momento Mari le propuso que se quedase a vivir con ella, con la condición de que si permanecía siete años junto a ella para ayudarla, la recompensaría.
Así fue como Kattalin decidió quedarse ayudando a Mari. La diosa la enseñó a hilar, a hacer pan y hasta le mostró las cualidades mágicas de las plantas, el idioma de los animales y otras muchas habilidades impresionantes. El tiempo pasó muy rápido y después de siete años, cuando llegó el día, Mari le dijo a la joven: ¨Has cumplido tu palabra, me has ayudado honradamente y has sido obediente. Yo tengo que partir y como te prometí que te haría rica¨.
Mari le regaló a la joven un gran trozo de carbón. La joven quedó decepcionada, pero no se atrevió a decir nada. Al salir de la cueva el carbón empezó a brillar y se convirtió en oro. Radiante de felicidad, Kattalin bajó al pueblo, compró una casa y su propio rebaño y de este modo, pudo vivir feliz sin tener que estar bajo las órdenes de nadie.
Esta leyenda, pone en evidencia una vez más, que independientemente de la existencia de la diosa Mari, a todos aquellos trabajadores que guarden bondad en sus corazones, el futuro les recompensará.
Amezketa y el Monte Txindoki
La leyenda de Mari y la Joven de Amezketa transcurre entre la localidad de Amezketa y el monte Txindoki del que se habla en la leyenda.
Amezketa, también conocido como Amézqueta, es un pequeño municipio situado en la provincia de Guipúzcoa, en el País Vasco, más concretamente en la comarca de Tolosaldea, a los pies de Aralar.
Como curiosidad, indicar que, es posible que el topónimo del pueblo no derive de su ubicación junto a un bosque, como se cree, sino que provenga del nombre del linaje de los Amézqueta y de su casa solariega. El apellido de Amézqueta corresponde al de una familia noble que dominó estas tierras en la época medieval, siendo una de las familias más poderosas de Guipúzcoa. Su casa solariega, la Casa-Torre de Amézqueta se ubicaba cerca del actual pueblo.
Hacia el año 1368 consta como señor de Amézqueta, Pedro Lópiz de Amézqueta. De este modo, se presupone que el pueblo de Amézqueta pudo surgir a la sombra de los dominios de estos señores feudales y que posteriormente tomó su nombre. Años más tarde aparece la primera noticia escrita sobre la localidad de Amézqueta.
El monte Txindoki, también conocido como Larrunarri o Ñañarri, está situado en la sierra de Aralar (entre Guipúzcoa y Navarra). Se alza a 1.430 metros sobre el nivel del mar, siendo visible desde muchos puntos de la región. A día de hoy es uno de los montes más emblemáticos del territorio histórico guipuzcoano. Por ello no es de extrañar que sea el lugar elegido por Mari como morada.
De viaje por las tierras del País Vasco, te invitamos a descubrir otros misterios y leyendas de Guipúzcoa, ¿Nos acompañas?:
Ruta de la Cueva de Mari en Txindoki
Existe una ruta de senderismo conocida como la Ruta de La Cueva de Mari en Txindoki, que comienza en Larraitz, asciende por la subida clásica de Txindoki hasta llegar a la boca de la cueva de Mari, desde la que se tiene unas vistas impresionantes.
Si quieres realizar esta ruta, te recomendamos visitar la página de Wikiloc donde obtendrás más información sobre la ruta de la Cueva de Mari en Txindoki (Aralar).
Dónde está el monte Txindoki en Guipúzcoa
📍 Dónde está el monte Txindoki y la cueva de Mari
Debido a que no es siempre fácil de encontrar, son muchos los usuarios que interesados en la leyenda de Mari y la joven de Amezketa, se preguntan dónde está la cueva de Mari en el monte Txindoki.
Por nuestra parte, vamos a mostrarte dónde está el monte Txindoki por si quieres realizar una visita a Mari o simplemente, admirar el bello paisaje que rodea el monte.
Además de conocer el monte Txindoki, te invitamos a completar tu viaje por el País Vasco, realizando algunas de las siguientes actividades recomendadas por Guipúzcoa: